Llegó el Adviento que nos ha de preparar a vivir la Navidad 2022. Las calles se llenan de luces en un año en el que se habla mucho de lo cara que se ha puesto la energía, en un año en el que muchas familias han de pedir ayuda a las instituciones para poder pagar el recibo de la luz, y si alguien no se lo cree que contacte con Cáritas.
Pues sí, este año en muchos pueblos y ciudades vamos a ver más luces en las calles para animar el comercio y la falsa alegría que nos pueda producir el contemplar unas luces de colores que nos anuncian la llegada de la Navidad, en algunos lugares les Fiestas de Invierno, porque molesta hasta el que se utilice un nombre que nos hace recordar algo que tiene que ver con nuestra religión.
En este año, en estos momentos, en estas circunstancias, los cristianos nos preparamos para vivir esta Navidad, utilizando también la luz para centrar nuestra mirada en un niño como cualquiera de nuestros recién nacidos que, por cierto, cada día son menos por estos lares.
Para los cristianos, para nosotros, todo esto comienza con el Adviento. Y ¿Qué novedades nos va a traer este Adviento? Pues las de siempre: recordarnos que el Señor está todos los días con nosotros, que un día ha de venir con gloria a encontrarse con todos los hombres y mujeres, y que, para todo esto, hace algo más de 2.000 años nació en Belén como uno más de los niños y niñas de aquel tiempo; así se acercó Dios a los hombres para que en la humanidad de Jesús conociéramos el amor del buen Padre Dios.
Efectivamente, he dicho que el Adviento nos va a traer lo de siempre, pero espero que nosotros lo recibamos de otra manera. Como hemos visto las circunstancias generales no son las mismas ni cada uno de nosotros nos encontramos como los años anteriores, de alguna manera también somos nuevos.
Yo os invitaría a que este Adviento, como Equipos de Nuestra Señora que somos, tuviéramos presentes dos actividades-actitudes concretas, si queréis: que el foco que ilumina a Jesús nos hiciera dirigir nuestra mirada a dos puntos de referencia: a) Repasar el Capítulo noveno de Amoris Laetitia, sobre la espiritualidad matrimonial y familiar, pues como nos recuerda el cardenal W Kasper es muy importante y no sé si le damos la importancia que merece. (1) b) Recordar que estamos en período sinodal, que se nos invita a caminar juntos todos los bautizados; no sólo los miembros de cada Equipo, que esto ya lo hacemos (matrimonios y consiliarios, incluso como Movimiento), sino que hemos de abrirnos a los demás, a todos, a los de cerca y a los de lejos; pues hemos de estar atentos a los signos de los tiempos que nos han tocado vivir. Como Pueblo de Dios, guiado por el Espíritu, hemos de discernir cómo hemos de interpretarlos para el bien de toda la Iglesia. Hagamos todo lo posible para ser un verdadero signo de comunión en este adviento, Navidad y siempre.
Nuestra esperanza ha de estar puesta, como nos dice Isaías, en un mundo nuevo. Y es que nuestro fin no está aquí donde vivimos ahora, sino en la plenitud del Reino de Dios que nos anuncia Jesús con su primera venida, la que celebramos en Navidad.
Así pues, empecemos este Adviento bien despiertos para recibir lo que el Señor, que, no lo olvidemos, está con nosotros, nos pide ahora, y poder, de esta manera, darle la respuesta que él espera de nosotros.
Además de las cuatro palabras clásicas de los cuatro domingos de Adviento: Despiértate, Conviértete, Alégrate y Acoge, podríamos glosar muchas más como: esperanza, vigilancia, invitación, etc.
Pero no se trata de comentar palabras de este tiempo litúrgico especial sino de acercarnos esperanzados al encuentro con el Jesús humano y único que viene a iluminarnos sobre la singular realidad del Ser al que llamamos Dios. Lo más grande que podamos imaginar, desde la sencillez y humildad de un establo de un pequeño pueblo, desde la más extrema pobreza, pero al mismo tiempo reconocido por pequeños (los pastores) y grandes (los reyes), es como ha querido acercarse a nosotros.
Mensaje precioso del evangelista que quiere hacernos llegar quiénes fueron capaces de reconocer a Dios en aquel Niño. Por una parte, los despreciados del pueblo, los que no solían frecuentar el Templo, los mal vistos por la sociedad, los pecadores. Y en el caso contrario, los considerados grandes de Israel no lo llegaron a descubrir: ni los sacerdotes, ni los maestros de la ley, ni los ancianos, ni los rabinos, (los dueños del Templo y del Sanedrín); en cambio, unos extranjeros que viven en tierras lejanas, pero que miran al cielo, sí han encontrado el signo que les anima a emprender un largo y dificultoso viaje para adorar “cayendo de rodillas” al redentor de la humanidad.
¡Qué grande es el misterio de la Encarnación! Como decimos por estas tierras: “Un estallido de luz y color”. Dios hace propios la carne y hueso del ser humano, de tal modo que para descubrir la realidad de Dios tenemos que pasar por el Jesús humano como nosotros, pues es la mejor manera de entendernos con Dios, que quiere estar volcado con la máxima cercanía con su creación más preciada.
Este Jesús, el Dios encarnado se sentía y quiso vivir como uno de nosotros, “como un hombre cualquiera”; formando parte de una familia común, con un padre (¿) José, quien tenía un trabajo normal –carpintero lo llamamos nosotros- y una madre María, dedicada a las labores de casa; viviendo en un pequeño pueblo llamado Nazaret; con la religión que practicaban la mayoría de los que vivían allí.
¡Este Niño que contemplamos en Navidad es un faro que nos ilumina a nosotros!
(1) De hecho, escribe Kasper al final del libro: La AL no se concluye con el capítulo sobre situaciones irregulares, sino con un capítulo sobre la espiritualidad en el matrimonio y en la familia. Esto nos hace comprender una vez más lo que interesa esencialmente a la exhortación apostólica. (…) El matrimonio y la familia como camino de santificación y continua provocación del Espíritu Santo para continuar y superar los límites y lo alcanzado en cada caso, la familia como lugar donde habita el amor de Dios trinitario” Del libro “El mensaje de Amoris laetitia. Un debate fraterno”, de W. Kasper, Sal Terrae, 2018), citado en el libro “Amoris Laetitia. ¿Y ahora qué?” AAVV De la colección Ekklesia de Ciudad Nueva 2022, pag. 121.
Juan Bta. Jovaní Casanova
Consiliario Regional Cataluña y Menorca
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